Una de las visitas que no te puedes perder es la visita guiada a la bodega Pago de Larrainzar, una joven bodega que se encuentra a escasos 5 kilómetros de nuestra casa rural. Lo primero que nos llamó la atención fue el propio edificio de la bodega. Se trata de una construcción moderna y elegante, cuidada al detalle, y que desde luego invita a querer saber más sobre como se trabaja ahí. Si ponen el mismo esmero y cuidado con sus caldos, el producto final tiene que tener una calidad destacable.
Comenzamos la visita con una breve proyección de apenas 5 minutos, cuya musica consigue cautivarnos como el canto de las sirenas. Desde luego es muy relajante y nos deja en disposición de no dejar escapar ningún detalle.
A continuación comenzamos el recorrido sobre el terreno. Lo primero que vemos es el jardín vitícola donde se llevan a cabo los distintos estudios sobre formas de obtener la uva. Son formas alternativas de estructurar la vid, variando la altura y colocación de las ramas y hojas. Es la primera vez que vemos algo así y las verdad es que nos gusta mucho. Esta uva es simplemente para su estudio, por lo que no entra en el proceso de producción.
A los pocos minutos aparece Baco (dios griego del vino), que viene también a darnos la bienvenida. Es el perro «guardian» del recinto y que parece apuntarse al recorrido, aunque nos abandona antes de comenzar.
Pasamos a ver los viñedos donde se está gestando la cosecha de este año. Nos dan una completísima explicación de la ubicación de las variedades de uva (merlot, cabernet sauvignon, tempranillo y garnacha), los tiempos de vendimia de cada una y la forma de hacer la selección y cata de la uva. Esto último también es una novedad para nosotros, y nos parece una perfecta forma de interactuar con el viñedo y sentir el mundo del vino, apreciando detalles como el color de la pepita, la textura y sabor de la pulpa, consistencia y acidez de la piel…Vamos, que nos sentíamos como niños pequeños aprendiendo en el colegio…jejeje.
Pero si algo intentan transmitir en Pago de Larrainzar, es que sus vinos son algo más, que tienen un alma, y el paseo que damos por el bosque de Fuentelateja lo refleja. Simplemente precioso, lleno de rincones que cuentan su propia historia. Para quien el vino no sea un reclamo, simplemente por pasear por este bosque ya merece la pena la visita.
De vuelta al edificio de la bodega, nos muestran la parte ‘industrial’ de la elaboración del vino. Un recorrido completo que abarca desde la entrada de las barcas con la uva hasta la salida de los pedidos para su distribución. Toda clase de explicaciones acompañan a cada uno de los procesos .
Finalizamos con una cata de vino y queso y una agradable tertulia. No somos expertos en vino, así que si queréis un análisis completo, tendréis que consultarnos en páginas especializadas. Eso si, el olor afrutado y el sabor nos encantó. A nuestro modo de ver, un vino muy apropiado para una comida en la que quieras quedar bien con tus invitados.